domingo, 14 de mayo de 2017

CARRETA

LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 27 – 14/05/2017

Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos “Decires de la campaña”.

Puede decirse que fue el transporte desde la época colonial y hasta casi el nacimiento del Siglo 20, y en su lento trajinar abrió caminos de este a oeste y de norte a sur.
Como ya lo dijimos al hablar del boyero, las carretas criollas, pesadas y lentas, siempre fueron tiradas por bueyes, y por la falta de buenas sendas y dependiendo muchas veces de las condiciones del tiempo, andar en una jornada cinco leguas (unos veinticinco kilómetros), era un buen promedio. Imaginemos entonces lo que significaba un viaje de Santiago del Estero a Buenos Aires o desde ésta a Mendoza. Pensando en eso, es que sin duda podemos afirmar que aquellos carreteros hicieron Patria.
Es común que se cite a la provincia de Tucumán como cuna de fabricación de carretas, y esto posiblemente porque allá por fines de la centuria del 1500, el Gobernador Ramírez de Velazco, ordenó construir a su cargo cuarenta carretas, armando con ellas lo que podríamos definir como “una flota”, en la que cada vehículo era tirado por tres yuntas de fornidos bueyes. Pero también las provincias de Corrientes y Mendoza se encargaron de producir carretas.
Para transitar grandes distancias y dependiendo de la inseguridad de los caminos, como una forma de protección para un largo viaje, se organizaban grandes tropas que quedaban al mando y bajo la responsabilidad de un capataz, que al decir de Pedro Inchauspe: éste era un “jefe absoluto y hombre valiente, que podía herir y hasta matar al que se le insubordinase, sin  que la justicia le pidiera cuentas”.
Artemio Arán, siempre poético para dar sus opiniones, la llamó “vagabunda ranchada de la pampa”, y memorando allá por 1940 que ya no se la veía, agregó: “No oigo sus rezongos al enderezarse en los barquinazos. Ni el lamento de sus ejes de madera, ni el crujir del pértigo en esa marcha al tranco (…) que enredaba leguas”.
Mucho y variado le han cantado los poetas, y no podemos olvidarnos que el oriental Romildo Risso le escribió unos versos que han recorrido el mundo: “Los ejes de mi carreta”, donde por allí dice: “Porque no engraso los ejes / me llaman: abandonao; /¡si a mí me gusta que suenen! / ¿pa’ qué los quiero engrasao?”. Lo que pocos saben es que Evaristo Barrios -poeta y payador nacido en Abasto, partido de La Plata-, le retrucó con “Los ejes de tu carreta”, tres décimas que comienzan diciendo: “Es más que gaucho haragán, / el que no engrasa los ejes, / es mejor que no los dejes / tan reseco como están”.
Respecto a ¿cómo eran? aquellos vehículos, vale la descripción del siempre atento cronista Concolorcorvo, quien poco antes del año 1750 testimonió: “la dos ruedas son de dos y media varas de alto (…) cuyo centro es una maza gruesa de 2 o 3 cuartas; en el centro de éstas atraviesa un eje de 15 cuartas sobre el cual está el lecho o cajón de la carreta.
Esta se compone de una viga que se llama pértigo de siete y media varas de largo, a que acompañan otras dos de cuatro y medio, y éstas unidas con el pértigo, por cuatro varejones que llaman teleras, y forman el cajón, cuyo ancho es de vara y media. Sobre este plano lleva de cada costado seis estacas clavadas y en cada dos va un arco, que siendo de madera a especie de mimbre, hacen un techo ovalado. Los costados se cubren de junco tejido (…) y por encima para preservar las aguas y soles se cubren con cueros de toro cosidos,… (…) En las carretas no hay hierro alguno ni clavo, porque todo es de madera”. Justamente dijo don Félix Coluccio que aquellos vehículos cuyos costados son de madera, no deben llamarse carreta sino “carretón”.

Recordamos que la vara, medida varias veces citada, mide 86 cms.
(Los versos de "Las Carretas" se pueden leer en el blog "Poesía Gauchesca y Nativista")

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