miércoles, 28 de junio de 2017

CHARRÚA (Charla 2)

AM 1520 Radio Chascomús – Audición “CAMPO AFUERA”
Micro Nº 2 – 28/06/2017

Antes de salir “campo afuera” pa’ poder tender la vista mirando lejos, dende’l banco chueco en el que estoy sentao, vamos a ver si le arrimamos unas “astillas” al “Fogón de los Poetas”.
En charlas entre amigos y muchas veces también cuando he hablado en público sobre poetas gauchos y literatura costumbrista, suelo hacer mención de que “Charrúa” ha sido ‘mi maestro’ en los versos. Y si bien no tuve la suerte de conocerlo ni recibir indicaciones de su experiencia, insisto, ha sido ‘mi maestro’. (Lo cual no significa que yo haya sido buen alumno).
¿Por qué mi maestro? Pues viene el cuento: en la ya lejana infancia, cuando tenía 3, 4 años, mi padre tenía la costumbre de decirme los versos que sabía de memoria, porque era muy aficionado a recitarlos en reuniones familiares o entre amigos. Por suerte tuvo el buen tino de nutrirse de claros autores como el aludido “Charrúa”, Evaristo Barrios, Martín Castro o Francisco Bianco. A poco de iniciada esa costumbre resultó que “el nene”, como un lorito repetía varias de aquellas composiciones, con la curiosidad que prevalecía la memorización de los versos de “Charrúa”, por qué?, porque supongo que con mucho de lo que él decía, estaba en contacto prácticamente a diario, porque su vocabulario me sonaba a conocido ya que a muchas palabras las escuchaba en boca de mis abuelos, de los tíos viejos, de los vecinos. Esta identificación me llevó distinguir esos versos como cosa auténtica, y en contraposición no entendía el “Martín Fierro”, al punto que al gran poema recién lo leí completo y lo interpreté, después que conocí determinados asuntos de la historia.
Ya que estamos  con el “Martín Fierro”, vale decir que después de su aparición, del éxito que representó, nada de lo que se seguía componiendo estaba a su altura, y por consiguiente se produjo un vacío que dura unos 30 años, en los que los poetas desarrollaron dramas tremebundo, el gaucho siempre era un matrero, con pulperías de escenario y peleas de por medio, situaciones muchas veces lúgubres… y esto dura -según mi ver- hasta que en el escenario de los versos aparecen, ¡justamente!, los versos de “Charrúa”.
Ya a inicios de la centuria de 1900 la situación y la vida de campo han cambiado dástricamente: el llamado ‘problema del indio’ está apaciguado sino, solucionado; los campos se han alambrado por lo menos en su contorno, la hacienda chúcara y cimarrona va siendo mejorada, ya no se puede recorrer distancias cortando campo (si no, se comete un delito), el hombre de campo, el personal de las estancias se ha mensualizado, y comienza a ganar terreno la vida de la chacra, se expande la agricultura, que no era justamente el escenario del gaucho.
Y allí corta grande “Charrúa”, comienza a cantarle al caballo, al domador, a la casa de la estancia, al galpón, al jagüel, a la tropilla, a sus caballos de andar, a la yerra, a la tropa, al cencerro, a la carreta que va cediendo terreno en su existir, al trabajo de recorrer, a la circunstancia de bolear un ñandú, al rancho, casualmente… a todos los temas que le siguieron cantando los poetas del Siglo 20, lo que a mi entender da nacimiento a la poesía campera, que no es lo mismo que lo que comúnmente llamamos -aunque mal- poesía gauchesca.

Un verso que mucho me llegó en la niñez, fue “Mis Pingos”.
("Mis Pingos" se puede leer en el blog "Antología del Verso Campero")

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