domingo, 27 de agosto de 2017

SOGUERO

LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 40 – 27/08/2017
Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos “Decires de la campaña”.
En las primeras líneas de su famoso y acreditado “Trenzas Gauchas”, Mario Aníbal López Osornio pone en boca de Don Jacinto Nieves, el personaje del que se vale para realizar el libro, el siguiente comentario, respecto a que pasaba sus “ratos de ocios repartidos por partes iguales, entre mis dos aficiones predilectas, la de tocar la guitarra que sacaba del juicio a las chinitas de mi tiempo, y la de adornar con primorosos trenzados las pilchas ‘e mi recao, qu’eran el constante asombro -modestia aparte- del paisanaje entero”.
Sin usar la palabra, don Jacinto se describe como ese artesano del cuero, al que los de esta campaña nuestra llamamos “soguero”, y en otras regiones, como en el litoral, denominan “guasquero”.
Como ya hemos dicho en las explicaciones de otras voces, el uso del cuero por parte del hombre, viene desde muy antiguo, y así se han encontrado, por ejemplo sandalias, correspondientes a la muy desarrollada cultura egipcia; ya en la actual era “cristiana”, a fines de la centuria del 1200, testimoniando las culturas orientales, Marco Polo habla de los “bellos tapices… (donde) se curtían y ornamentaban pieles de búfalos, toro, unicornio y otros animales (…) y los bordaban con hilos de oro y plata”; más acá en el tiempo y vinculadas a las pilchas del caballo (cabezadas, riendas, estriberas), los árabes las introdujeron en España, y cuando la conquista, éstos la trajeron a estos lares.
El entrerriano Don Martiniano Leguizamón, allá por 1908, escribió: “Es un hecho comprobado que el cuero de las vacas y yeguarizos importados por los conquistadores, fue la materia prima empleada por los pobladores del Río de la Plata, en los usos más diversos, desde la rústica tienda (toldo y/o bendito) hasta esas múltiples aplicaciones de la industria casera, que Sarmiento denominó ”.
En la antigua estancia criolla que fue poco a poco poblando la vasta llanura, siempre dentro de su personal hubo uno dedicado a “las sogas”, el que tenía la obligación de confeccionar, bozales, cabrestos, riendas, lazos, estriberas… en fin, todo lo necesario para la gente de a caballo, como así también reparar o injerir sogas cortadas en las rudas faenas.
Y así fue que no faltaron los “sogueros” que a más de las sogas de trabajo se dedicaron a elaborar piezas más finas y vistosas, como las de lucir del domingo.
Generalmente ese hombre, el “soguero”, iniciaba el trabajo tomando un cuero de los de consumo, y comenzando el primer paso realizaba el “estaqueo”, y cómo sería de importante este paso, que Juan Manuel de Rosas, primero, y José Hernández, después, le dedicaron destacados párrafos en sus trabajos dedicados a la explotación de la estancia.
Al respecto, Tito Saubidet, señala: “Se estaquea en largo para sacar riendas, bozales, cabrestos, etc.; en ancho o atravesado para sacar cinchas, encimeras, etc.; en redondo, al natural para donde miran las patas, para sacar tientos para lazo”.
A continuación el “soguero” procederá al sobado, en nuestra campaña realizado a paciente golpe de maceta -aunque también hay otros métodos-, tarea que se da por concluida cuando el cuero muestre el grano y se sienta dócil. Por eso, allá por 1975, el investigador Daniel López, aseguró que “En la región pampeana y en el litoral se prefiere el sobado a maceta”.
Reza el verso anónimo: “Lezna, mordaza y maceta / es lo que usa el buen soguero / y un cuchillito de acero / que a ningún duro respeta. / Para hacer una jareta / o para cortar un tiento, / a más de los instrumentos / empleaos en estas labores / sepan ustedes, señores, / preciso es tener talento.”
Con el paso del tiempo, en la segunda mitad del siglo 20, hubo una revalorización y difusión el trabajo en sogas, empezando a lograrse labores, que a no dudarlo, superan en dificultad y calidades a los logrados en el Siglo del Gaucho, o sea la centuria del 1800.
“Como conclusión (afirma el ya aludido López) podemos decir que la región donde florece con todo su esplendor el arte de trabajar el cuero es la llanura pampeana”.
(Se ilustró con "Ese Oficio de Soguero", décimas que se encuentran en el blog "Poeta gaucho")

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