domingo, 1 de octubre de 2017

HIJAR

LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 45 – 01/10/2017
Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos “Decires de la campaña”.
Vamos a intentar referirnos a una pilcha del recado antiguo, de la ensillada con lomillo, pero de la época que se ensillaba a diario, cuando era de uso habitual y había que cubrir necesidades. Cuando no era pilcha de colección ni de concursos. Y esa pilcha es “el hijar”.
Si bien, sobre cada palabra que definimos tenemos alguna somera idea, un mínimo conocimiento, siempre buscamos referencias de voces autorizadas para reforzar y apuntalar lo que sabemos; y en este caso, comenzamos por citar a Diego Avada de Santillán (aquel español que escapando de Franco se radicó entre nosotros construyendo una obra de profundo contenido argentinista). En su “Diccionario de Argentinismos -de ayer y de hoy-” dijo del “hijar”: “Cuero de potro bien sobado y con todo su pelo, al que se cortaba las garras y la parte del cogote, dejándolo de forma cuadrilonga. Se lo llevaba doblado entre las caronas o encima de ellas y a veces reemplazando en el recado a la carona de suela. Desdoblado, servía para protegerse de la lluvia, formando con él una especie de toldo (…) También se usaba para cubrir las bajeras que constituían la cama del gaucho cuando dormía a campo.”
Con lo dicho ya estaría explicado y definido que era el “hijar”, pero tentado estamos de copiar lo que informa ese maestro de las gaucherías que fue Don Justo P. Sáenz (h), cuando dice: “…creo conveniente recordar aquí un accesorio del recado antiguo que muy pocos conocen (se refiere a 1943), pero que fue de gran utilidad en aquellos tiempos en que eran desconocidas, o por lo menos muy caras, las lonas o telas impermeables. Me refiero al híjar, cuero crudo de potro de forma cuadrilonga, bien sobado, que solía llevarse entre una y otra carona o arriba de la de suela. El híjar suplía con creces a la carona de vaca en todas las aplicaciones de ésta que menciono a continuación, sirviendo además como puerta o ventana en los elementales ranchos de entonces y a manera de ocasional bebedero de perros y caballos en las “travesías”, reteniendo en su seno expresamente ahuecados, el agua que el viajero vertía de sus chifles.”
Francisco Javier Muñiz, la primera persona que entre nosotros, por 1845,  intentó reunir en forma explicada voces de nuestra habla popular, refiriéndose a los gauchos boleadores, dijo del “hijar”: “Para abrigarse de un temporal llevan entre las caronas un cuero de potro desgarrado (híjar). Cuando llueve si se hallan entre pajas altas atan las sumidades de las que están paralelas, ya una con las otras ya con las plumas largas alares del ñandú. Estirando después el hijar sobre la frágil bóveda con el pelo para arriba, a fin de que no se recale, lo aseguran del mejor modo.” Y continúa dando otras explicaciones de armar ese bendito, y de otros usos de dicho cuero.

Hecho el recuerdo, lo ilustramos ahora con unos versos de Roque Bonafina que titulara "El Hijar"
(El verso se puede leer en el blog "Poesía Gauchesca y Nativista")

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