domingo, 4 de febrero de 2018

CHIRIPÁ


LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 58 – 04/02/2018
Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos “Decires de la campaña”.

Sin lugar a dudas fue el chiripá prenda infaltable en los atavíos del gaucho neto durante el Siglo 19, o sea la centuria del 1800. Sus antecesores habían usado el calzón, especie de pantalón ajustado hasta la rodilla, a esa altura abierto en los costados (prenda similar a la que suele verse usar a los toreros), y por debajo el calzoncillo cribado, tal cual se siguió usando con el chiripá.
En cuanto al significado de dicha palabra, siempre ha tenido más prensa la versión que le da origen quichua: “chiri” = frío, “pac” = para el, o sea una prenda para abrigarse, “para el frío”.
El afamado quichuista don Domingo Bravo ha dicho que en sus estudios encontró que no contienen dicha palabra los diccionarios de Perú, Ecuador ni Bolivia, y deduce que esto fue porque en esas naciones no se usó tal prenda, de ahí que él sostiene que su origen deviene del quichua santiagueño, donde la palabra original tiene que haber sido “chirípaj” y no “chiripa”
Ahora bien, hay otra versión muy poco conocida, y es la que da el afamado investigador criollista uruguayo, Don Fernando Assuncao, en su libro “Pilchas Criollas”. Cuenta allí: “Quienes primero usaron una jerga cuadrilonga sujeta a la cintura y larga hasta la rodilla, de una tela basta de telar, fueron los indios en los establecimientos misioneros”, y fue éste un recurso de los jesuitas para cubrir las denudeces de aquellos pueblos originarios que estaban catequizando y educando de acuerdo a la cultura occidental. Continúa “Posteriormente se suministraba a los indios, un gorro, una camisa, unos calzones y un poncho, pero estuvo muy lejos de eliminar el uso de aquella prenda tan simple y cómoda (el chiripá), especialmente en las faenas del campo y en particular en aquellas largas jornadas a caballo…”. A continuación sostiene que “hasta el nombre a mi juicio es de este origen misionero-guaraní. En nuestra lengua “chiripa”, significa cosa de poca monta o valor. (…) Resultaría así que para los Padres, los indios catequizados eran vestidos de chiripa”, y luego, como el idioma guaraní acentúa en la última sílaba, el uso diario hizo que la palabra dejara de ser “chiripa” para pasar a ser “chiripá”, tal cual la pronunciamos en la actualidad.
Don Justo Sáenz sostiene que fue prenda típicamente argentina, uruguaya y riograndense.
Don Carlos A. Moncaut, en sus inicios de escritor, publicó en 11/1958 un artículo referido a la pilcha que nos ocupa, en el diario “El Pueblo” de Magdalena, y allí arriesga un origen: “Luego de los quichuas que fueron quienes lo usaron originariamente, fue adoptado por los araucanos, de quienes lo tomaron los indios pampas. Estos, a su vez, lo transmitieron al gaucho, quien comenzó a llevarlo a partir de 1780”
Otro estudioso de la vida gaucha, don Federico Oberti, que también rastrea orígenes dentro los pueblos nativos afirma: “los mapuches lo usaron ocasionalmente y lo denominaron chamal primero lo usaron a “la orientala”, y más tarde pasado entre las piernas.”
La denominación de “a la orientala”, responde a la forma de usarlo de los uruguayo, que viene del uso impuesto en las ya citadas misiones; así, el chiripá no va pasado entre las piernas, ya que la tela cuadrilonga que lo compone, se envuelve a la cintura de derecha a izquierda y se sujeta con la faja, quedando como una pollera, siempre con el calzoncillo debajo. El notable pintor oriental Juan Manuel Blanes lo ha inmortalizado en una obra titulada “Los 2 chiripaes”.
Hacia 1845, Francisco Javier Muñiz, en su ensayo de “Diccionario Rioplatense”, lo define: “Todo campesino y soldado a caballo usa el chiripá en la República del Plata. El chiripá lo forman de un poncho o jerga tejida del país, o de fábrica inglesa; alguna vez lo hacen de paño”.
Está claro que los primeros usuarios fueron las personas de bajos recursos; por eso al despuntar el 1800, Félix de Azara deja testimonio, al decir: “Y los peones o jornaleros y gente pobre, no gastan zapatos; los más no tienen chaleco, chupa ni camisa y calzones, ciñéndose a los riñones una jerga que llaman chiripá”. Éste, según el ya citado artículo de Moncaut, era de un paño “liviano y burdo de algodón, generalmente de color beige, y veces con franjas de varias listas blancas, fue el más común”, esto último refiere a las telas o ponchos listados, conocidos como “de a pala”.
Poco a poco su uso se extenderá a todos los niveles sociales de la vida rural, y los chiripaes de merino negro, con blusa o saco, bota de potro o fuerte, llevados debajo de la pantorrilla, eran prenda de lujo. Vale aclarar que en plena tarea de a caballo, o en el transcurso de la yerra o al jinetear, se lo usaba corto a la rodilla o arriba de esta.
El ya citado Moncaut informa que hacia 1908, en el Tuyú, “vivía un negro pobre que usaba chiripá de arpillera”, y esto me trae al recuerdo, la oportunidad en que pregunté a mi abuelo (nacido en 1900), si recordaba en su niñez haber visto hombres de chiripá, y luego de hurgar en su memoria, me respondió: “Uno solo, un paisano viejo que era mi padrino, muy pobre, y usaba chiripá de bolsa de arpillera; andaba en sulky, siempre acompañado por un chico, para que le vaya abriendo las tranqueras”. Grata coincidencia.
“Vestían los “gauchos sureros” de mi infancia (refiere Nicanor Magnanini, de Juárez y allá por 1880/82) amplio “chiripa” o chamal para lo cual se valían de un poncho al que le cosían la boca”. // No vi jamás chiripás de paño ornado con bordados de colores llamativos. Bajo el chiripá algunos hombres ya muy viejos (…) usaban ancho calzón blanco que caía y sobrepasaba la bota de potro; pero fueron los menos”. 
Ilustramos ahora con unos versos que Martín Castro tituló “El Chiripa” 
(Los versos se pueden leer en el blog "Poesía Gauchesca y Nativista")

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