miércoles, 9 de mayo de 2018

DON PEDRO INCHAUSPE - ¡Un Nombre Que No Hay Que Olvidar!

Don Pedro Inchauspe, según retrato de Ramón Subirats

En el número anterior al hablar de “El Lunar”, traíamos a la conversación el nombre de Pedro Inchauspe, y nos parece ahora momento oportuno, para dar algunas referencias sobre dicho autor.
En estas circunstancias de andar desde hace muchos años ya, entreverado a poetas y escritores que han cultivado el género gauchesco, más de una vez algún recién llegado al ambiente del tradicionalismo, con la sana intención de aprender sobre el gaucho y su cultura, me ha preguntado “-Qué libro tengo que leer…?”, como si hubiese uno que en 200 o 400 páginas compendie todo el conocimiento. Allí mi respuesta ha sido: “-¿Un libro…? ¡No! Toda la biblioteca tenés que leer”, incluso agregamos ahora, aquellos autores de opiniones encontradas, para tener un panorama más amplio, y así poder de ese bagaje, sacar propias conclusiones respecto al tema en cuestión, o sea: el gaucho.
Pero sí podemos indicar que un autor para comenzar el aprendizaje y que por supuesto no puede faltar, es Pedro Inchauspe, y como hay muy poca información sobre el mismo, aprovechamos la posibilidad de estas páginas para rumiar algunas referencias.
Si bien nació en Córdoba, más puntualmente en la localidad de Laboulaye, el 5/06/1896 por lo que próximamente cumpliría 120 años, solo vivió allí no más de siete cuando, por 1904, a cargo de su hermana Elvira, recién casada con Gregorio Moreira Gómez, se radicaron en la Ciudad de Buenos Aires. Su cuñado -maestro, concertista de violín y aficionado a las letras-, pudo haber sido su primer referente en las cuestiones culturales, como que fue en su biblioteca, donde abrevó desordenadamente, en todo tipo de lecturas.
Yendo a su familia podemos decir que es el penúltimo hermano de un total de doce, que concibió el matrimonio de Dominga Lamothe y Juan Inchauspe -ambos vascos franceses-, quienes después de intentar establecerse en distintas localidades de Uruguay y Argentina, se radicaron definitivamente, ya en la década final del Siglo 19, en la cordobesa Laboulaye.

Ha contado su amigo y colega Germán Berdiales (aparcero de sueños docentes y argentinistas), que al momento de asentar su nacimiento, fue inscripto como Pedro Antonio, nombre este segundo que nunca usó en su actividad literaria, aunque sí en la vida familiar, donde cariñosamente de le llamaba “Antuco”.
Tras una iniciación frustrada en la escuela secundaria, en 1915, ya con 18 años, se inscribe en la Escuela Normal de Profesores N° 2 de Capital Federal, de donde egresará en 1919, y a ahora, tras un breve paso por el periodismo, inicia la carrera docente como director de escuela en una colonia de indios araucanos en Chubut. Eran tiempos en que el director era portero, maestro, cocinero y consejero también.
Luego y por casi diez años ejerce el magisterio en escuelas del Territorio Nacional de La Pampa.
Estas dos experiencias en esencia rurales, lo enriquecerán en el conocimiento de costumbres y tradiciones.
A partir de 1928 y hasta 1951, año en que se jubila como director, toda su carrera se desarrollará en escuelas de Capital Federal.
En las letras de sabor terruñero se inició en años adolescentes y no mucho tiempo después conoce las mieles del reconocimiento cuando su cuento “Bajo el Sol de la Pampa” es galardonado en un certamen organizado por un medio gráfico.
Repetirá la buena experiencia cuando en 1927, “El Diario Español” le premia en su certamen literario, la novela corta “Contramarca”. Y en 1935, otro concurso que lo premia, lo acercará al conocimiento popular: el diario “La Prensa” organiza un certamen literario de cuento infantil que gana con el cuento “Vueltatrás”, a raíz del cual, en 1938, publicará su primer libro: “Vueltatrás y otros cuentos”.
Dicho premio hace que el director del diario personalmente se encargue de sumarlo al elenco de su medio, vinculándolo al suplemento dominical, donde prácticamente aparecerá toda su obra que después se transformará en libros, los que fueron doce, a saber, y con posterioridad al ya citado: “Allá en el Sur – cuentos de la Patagonia y la Pampa” (1939); “Elementos Tradicionales de la Región Central para Nuestro Teatro” (conferencia, 1940); “Pequeña Biografía de Dalmacio Velez Sarsfield”; “Voces y Costumbres del Campo Argentino” (1942); “Las Pilchas Gauchas – la vestimenta y el apero” (1947); “San Martín, el maestro” (1947); “Más Voces y Costumbres del Campo Argentino” (1953); “Diccionario del Martín Fierro” (1955); “El Gaucho y sus Costumbres” (1955); “La Tradición y el Gaucho” (1956) y “Reivindicación del Gaucho”. Inéditos: “Don Miente Mucho” (literatura infantil) e “Historia de Laboulaye”.

Se ha dicho de él: “Nadie como Inchauspe es cultor de nuestras esencias nacionales, de la tradición, y lo que es más importante aún, del gaucho. El gaucho como valor humano y como producto del medio. (…) y no por tradicional y amigo del hombre que representa Martín Fierro, era partidario del estancamiento. El aforismo pedagógico > representa para él norma de vida”.
Con recién cumplidos 61 años, falleció Don Pedro Inchauspe en la noche del miércoles 31/07/1957.
Retomando el inicio de este comentario, para los que preguntan qué libro leer para comenzar andar las “güeyas” de las tradiciones, sin ninguna duda recomiendo: “La tradición y el Gaucho”, “El Gaucho y sus Costumbres” y “Reivindicación del Gaucho”. Y en otra próxima seguiremos recomendando otros respetables autores. Eso sí!, hay que armarse de paciencia, porque estas obras no se han reeditado y solo se consiguen en las adorables “librerías de viejo”, o bien ahora, por los mercados que ofrece “la internet”.
Hasta la próxima topada.

La Plata, 27/04/2016

(Publicado en Revista "El Lunar", ejemplar N° 15, de 06/2016)

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